Los escritores de la Biblia:
provienen
de todas las clases sociales, y exhiben todo grado de preparación y de cultura.
Algunos provienen de la alta sociedad: Moisés, instruído en toda la sabiduría
de los egipcios; Isaías, criado en la corte del rey, del linaje real, culto,
preparado para la obra de profeta a la que Dios más tarde lo llamara; Pablo,
conocedor de las tradiciones y de la cultura y sabiduría de su raza, como pocos
de su generación, y dedicado a la vocación de rabino; Lucas, médico, y hombre
sumamente culto.
Estos hombres presentan un contraste notable con otros escritores que
desempeñaron igualmente bien el ministerio que Dios les encomendó: Amós, hombre
del campo, pastor de ovejas, cuyo lenguaje refleja la ruda vida campestre;
Pedro, pescador, con solamente la instrucción rural más elemental; Juan, el
amado hijo del trueno, pescador de oficio, con una instrucción básica y nada
más.
Pero todos estos hombres poseían un elemento común que compensó su falta de
cultura, o sea, un profundo conocimiento de Dios, una voluntad firmemente sujeta
a los propósitos divinos, una contestación adecuada a la pregunta: ¿Cuál es mi
relación con Dios, y qué quiere El que yo haga?
Estos hombres fueron los cauces por los cuales fluyera la corriente de la
revelación a los hombres. Se presentaron como los instrumentos de que El se
valió para comunicar su mensaje a los hombres.
Casi siempre ellos mismos nos cuentan el relato de la ocasión y de las
circunstancias cuando por primera vez escucharon la voz de Dios que les
comunicaba el mandamiento para ir a anunciar el mensaje al pueblo. A veces
ellos nos cuentan cuál fue la actitud que asumieron cuando Dios los llamó:
excusándose, rebelándose, etc., finalmente rindiéndose a Dios para ser
utilizados por El.
Al escribir estas historias, profecías, salmos, evangelios, epístolas, y
apocalipsis, los autores bíblicos se sintieron guiados por un móvil muy alto,
que venía de Dios. La mente divina concebía y planeaba el libro que nosotros
tenemos como la herencia mayor de las épocas proféticas y apostólicas. La
inteligencia divina inspiraba e impulsaba a aquellos hombres a recibir primero
el mensaje para comunicarlo a sus prójimos, y después a escribirlo para el
beneficio de las generaciones siguientes.
Gillis, C. (1991). El Antiguo Testamento: Un comentario sobre su historia y
literatura
Génesis presenta a
Dios como el Creador
Frente y en contraste con todas las
explicaciones paganas de la creación del mundo y del hombre, Génesis afirma que
el Creador de todo es el Dios que escoge revelarse a su pueblo escogido. La
creació
n es un acto exclusivo de él y
expresa su soberanía y su gracia. Los actos creativos de Dios manifiestan las
características principales de la naturaleza de Dios. Expresan su poder de
crear de lo no existente, su propósito de dar significado y propósito a la
existencia de cada criatura, su santidad o trascendencia al quedar siempre
diferenciado de su creación y su gracia en conceder sustento a toda criatura.
La afirmación de Dios como Creador, necesariamente implica la absoluta
autoridad de Dios en escoger las condiciones o términos de relación que desea
tener con su criatura.
Carro, D., Poe, J. T., Zorzoli, R. O., & Editorial Mundo Hispano
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