David no era diferente a ti. Ninguno de los personajes famosos de la Biblia dejó de enfrentar circunstancias sofocantes.
Detrás del final victorioso de muchos héroes es posible encontrar momentos de lágrimas, temor, desánimo y hasta la voluntad de desistir.
Si tú vives en un mundo marcado por el dolor y el sufrimiento, es claro que muchas veces éstos tocarán a la puerta de tu corazón.
Las dificultades y los problemas son como las piedras en medio del camino. Es preciso retirarlas para poder continuar en dirección a los objetivos propuestos.
En el caso de David, él no esperaba encontrar la solución por sí mismo. “En ti he confiado”, afirma el texto de hoy; y esa confianza lo llevaba a esperar que a la mañana siguiente Dios le daría la respuesta.
Siempre hay una salida para las circunstancias aparentemente insolubles. El secreto de la victoria es descubrir cuál es el camino. Por eso, el salmista suplica: “hazme saber el camino por donde ande”.
Este “mostrar” o “saber”, no es algo místico. No consiste en quedar parado en algún rincón de la vida, esperando una revelación “trascendental”.
Si Dios quisiese hacer eso, podría hacerlo. Lo hizo algunas veces a lo largo de la historia,pero hoy tú tienes su Palabra escrita, y a través de ella, Dios está listo a mostrarte las salidas.
Nada está perdido cuando Jesús está en el control de tu vida. Si tú no derramaste lágrimas, ¿dónde estarían los prismas para que tu vida se torne un arco iris?
No desistas. Abre la Biblia y busca las respuestas divinas para las dificultades en tu matrimonio, en la relación con tus hijos, en la vida financiera o profesional.
Hoy es la “mañana” que menciona el salmista. Escucha la voz de Dios y encara los desafíos de la vida con coraje y valor.
Di como David: “
Hazme oír por la mañana tu misericordia, porque en ti he confiado; hazme saber el camino por donde ande, porque a ti he elevado mi alma”.
Sal. 143:8
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