Queridos Amigos del Camino:
¡Qué misterio es la oración! ¡Y qué privilegio más grande! Jesús fue nuestro Maestro Supremo y Modelo Extraodinario en esta gran práctica de la fe y dependencia de Dios para todas nuestras acciones - grandes y pequeñas, espirituales y materiales. Nunca puede uno orar demasiado. Ni siquiera puede orar lo suficiente. La meta es "orar sin cesar", "orar siempre y no desmayar ".
Cuando uno no ora, está diciendo "No te necesito, Dios". ¿Puede la rama decir al árbol, "No te necesito"? ¿Puede el bebé o el niño decir "No te necesito, mami"? Ah, pero llegando a la juventud y madurez se complace en vivir independientemente y decir "Yo puedo". Por esto el Señor dijo:
*"… cualquiera que se humille como este niño, ése es el mayor en el reino de los cielos"y
*" Dejad a los niños, y no les impidáis que vengan a mí, porque de los que son como éstos es el reino de los cielos." (Mateo 18:4; 19:14)
Uno que es como niño no tiene vergüenza de pedir todo lo que necesite de su Padre Celestial. No es demasiado orgulloso para admitir su dependencia y vivir de la gracia divina. ¿Y cómo se recibe la gracia? En el Trono de la Gracia, el Trono del Padre donde llegamos confiadamente para recibir misericordia y hallar gracia para cualquier necesidad (Heb. 4:16).
Las terribles palabras de Santiago 4:1,2 describen perfectamente a los humanos del Siglo XXI.
"¿ De dónde vienen las guerras y los conflictos entre vosotros?
¿ No vienen de vuestras pasiones que combaten en vuestros miembros?
Codiciáis y no tenéis, por eso cometéis homicidio.
Sois envidiosos y no podéis obtener, por eso combatís y hacéis guerra.
No tenéis, porque no pedís."
Con toda nuestra educación, tecnología, aparatos maravillosos y planes de crédito para conseguir cualquier cosa, todavía estamos viviendo como cavernícolas porque nos hemos independizado de Dios y Su Reino con Sus principios. No pedimos…o pedimos mal (Stgo. 4:3). No sabemos pedir para recibir de Dios (Stgo. 1:5-7).
Amigo, hay una promesa maravillosa donde Dios se compromete a darnos lo que pedimos si llenamos la condición que El ha puesto para salvaguardar Su gracia de aquellos que no son humildes y mansos como su Señor. Considérala y pregúntate si tú puedes recibir lo que estás pidiendo del Buen Padre Celestial.
"Y todo lo que pidáis en oración, creyendo, lo recibiréis."
La condición es claramente enseñada: la fe. La fe en Dios como el que escucha y contesta la oración. El, más que nuestros padres naturales "da cosas buenas a los que le piden" (Mateo 7:7-13). También fe en las promesas de Aquel que es fiel, el que si dice algo "¿No lo hará?" (Núm. 23:19.) Salomón, 500 años después del Exodo, pudo declarar que "ninguna palabra ha fallado de toda su buena promesa que hizo por medio de su siervo Moisés" (I Reyes 8:56).
Es importante aprender a usar la Biblia misma para orar para estar seguros de que estamos pidiendo bien y no mal.
I Juan 5:14,15 dice:
"Y esta es la confianza que tenemos delante de El, que si pedimos cualquier cosa
conforme a su voluntad, El nos oye. Y si sabemos que El nos oye en cualquier cosa que pidamos, sabemos que tenemos las peticiones que le hemos hecho."
¿Qué manera más segura hay de saber que estamos pidiendo Su voluntad que orar Su Palabra? La Biblia nos enseña a orar, tanto por sus ejemplos y mandamientos como por sus principios y verdades. La Biblia nos despierta el hambre espiritual para que pidamos lo que sabemos que Dios quiere darnos.
Entonces, ¿por qué nos cuesta tanto ser fieles en la oración? Una de las razones principales, que he visto en mi propia vida, es dejar que la oración se vuelva una disciplina, una ley. Debe de ser un deleite, una comunión activa con El, una conversación continua con El, una permanencia en El y El en nosotros. Quizás es porque sólo la ocupamos cuando tenemos necesidades. Hemos olvidado que la oración es como el oxígeno para los pulmones que da vida a cada célula de nuestro cuerpo. Si hay mucha contaminación en el ambiente, nuestro cuerpo tiene que trabajar mucho más para adquirir el oxígeno necesario. ¿Cuántas contaminaciones hay en nuestros pensamientos que nos roban el oxígeno de oraciones buenas purificadas del egoísmo? Todos tenemos el problema de pensamientos contaminados. Dios nos ha dado armas espirituales y poderosas para vencerlos. La Palabra de Dios y la oración pueden ser aplicados para llevar todo pensamiento cautivo a la obediencia de Cristo (II Cor. 10:2-5) y así permanecer en Cristo.
"Todo el que permanece en El, no peca…"
(I Juan 3:6.) Los dos verbos están en el presente continuo, o sea, "todo el que sigue permaneciendo en El, no sigue pecando". Es la idea que necesitamos entender. Esto no es para unos tiempos especiales de meditación y oración sino para el día ordinario con todas sus realidades - necesidades, luchas, dudas, etc. El que ora continuamente, "sin cesar", como Pablo mandó a los tesalonicenses (I Tes. 5:17) es el que permanece en Cristo y no peca. ¿Has notado qué difícil es enojarte cuando empiezas a orar por aquel que te fastidia? ¿No es casi imposible estar triste, deprimido o apagado cuando empiezas a alabar a Dios? ¿No es incompatible la envidia y las acciones de gracias por todas las bendiciones de Dios en nuestra vida? Es así como quitamos el viejo hombre y nos vestimos del nuevo con una mente renovada (Ef. 4:23,24).
Si sólo pudiéramos ver y creer que casi todo lo que queremos en la vida se consigue por medio de la oración, tal vez estaríamos más motivados a orar como debemos. Pero la triste verdad es que ya hemos aprendido a conseguir nuestros deseos por otras formas: la manipulación de las emociones de otros, muchísimo esfuerzo cansador, enojos y griterías, amenazas y cohechos, trucos y mentiras, etc. Pero, ¡a qué precio! Y ¡qué poca satisfacción dan! Mientras tanto, el Señor dice:
"Hasta ahora nada habeís pedido en mi nombre; pedid y recibiréis,
para que vuestro gozo sea completo." (Juan 16:24)
No nos gusta ser niños dependientes. Nos choca ser mendigantes. Nos cuesta humillarnos a pedir por todo. Recordemos las palabras de Cristo, "…sin mí, nada podéis hacer". Sin la oración no estamos permaneciendo en El, sino trabajando solos con nuestros pobres recursos carnales. Oh, amigos, seamos personas que pidan y que esperen las respuestas de Dios siempre. Hagamos de lo que resta de este año, un año de constante búsqueda de Dios; Su poder, Su sabiduría, Su dirección y Su compañerismo. Así será El glorificado y llevaremos mucho fruto como Sus discípulos verdaderos.
Así nos lo promete en:
"Si permanecéis en mí, y mis palabras permanecen en vosotros, pedid lo que queráis y os será hecho. En esto es glorificado mi Padre, en que deis mucho
(Juan 15:7,8)
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